martes, 29 de abril de 2014
lunes, 28 de abril de 2014
Flores Cuando se vive al lado del mar, o si se dispone de una casa con jardín en la costa para disfrutar durante las vacaciones, es necesario saber que la proximidad del océano afecta a las plantas. Contrarrestar sus efectos es fácil, basta con seleccionar los árboles, arbustos y flores más resistentes y dispensarles los cuidados apropiados. El principal problema del jardín junto al mar es que el salitre proveniente de él se deposita tanto en las plantas como en el suelo. El agua, que se pulveriza cuando rompen las olas en la playa, viaja con el viento y se posa en el primer obstáculo que se encuentra. Y si la fuerza del viento es muy fuerte y la arena de la playa es muy fina, junto a las gotitas de agua marina, viajan, además, granos de arena. En estas circunstancias, las plantas más frágiles sufren las peores consecuencias, ya que los granos de arena producen desperfectos en las mismas, el salitre les tapa los poros y la tierra se ensucia con la sal marina. El efecto producido en la planta es el mismo que se produciría si le faltara agua, aunque tenga bastante a su disposición. La sal sobrante, por ejemplo, se acumula en la punta de las hojas, quemándolas. Para combatir esta situación sólo hay que tomar una serie de medidas con respecto a la tierra o el agua. El terreno idóneo El terreno arenoso es la mejor elección, ya que el salitre no se acumula en la tierra. Si se opta por una superficie arcillosa, ha de tenerse en cuenta que, junto con la sal, en ella se formará una costra en el suelo que afectará, de forma muy negativa, a la vida de las plantas. Para el cultivo en tiestos o macetas, aunque se puede usar tierra de tipo arenosa, es más aconsejable utilizar un preparado para plantas que se comercializa en cualquier tienda especializada, que que es ligero y asegura una buena penetración del agua. En este aspecto, cabe destacar que la arena de la playa no debe utilizarse en ningún caso, ya que, además de estar prohibido por la ley, las sales que contienen son muy perjudiciales para los cultivos del jardín. Regar de forma adecuada Lo más indicado para regar es intentar recoger agua de lluvia. A pequeña escala, se puede utilizar cubos y palanganas. Por otro lado, hay personas que aprovechan el agua de lluvia que cae sobre sus tejados y discurre por los canalones, conduciéndola a un depósito. De cualquier forma, las plantas delicadas, tanto del jardín como interiores, han de regarse con agua embotellada o de lluvia. A la hora de hacerlo, hay que pulverizar el agua y mojar bien todas las partes verdes para limpiarlas del salitre acumulado. Para regar el jardín, lo más cómodo es hacerlo con aspersores. Con el riego por goteo, después de los años, aparecerán problemas de acumulación de sal en los orificios de salida y se tendrán que limpiar o sustituir. Los cuidados del césped Aunque muchos céspedes son sensibles a la sal y viven mal en primera línea de mar, algunas especies resisten mejor las condiciones adversas. Las más extendidas son las gramas, un césped rústico que consume menos agua y se siega poco, aunque amarillea con las temperaturas bajas del invierno. Se siembra a partir de primavera o se planta por esquejes. La variedad americana soporta más la sal y apenas amarillea, aunque haga frío. Sin embargo, al ser de hoja más gruesa, no resulta tan cómodo andar descalzo sobre él. Otra variedad, pero menos extendida, es la Zoysia japónica, un césped muy ornamental, que también consume poco agua y se riega poco. Sin embargo, una de las más utilizadas en zonas costeras, como la del sur de Barcelona, es la llamada grameta de Sitges o grameta de Vilanova, una variedad que proporciona abundante césped, del tipo normal y bastante resistente al agua. Combatir el salitre Una forma de evitarlo en una zona reducida es la construcción de una barrera física en la que choque el viento marino, preferiblemente permeable a totalmente opaca. La valla con brezo seco, por ejemplo, amortigua la fuerza del viento con más efectividad que una pared, ya que esta hace que el viento cree un remolino detrás. Cualquier seto vegetal creado con una planta resistente a la sal es igualmente efectivo. La planta deberá de ser de hoja persistente y que alcance cierta altura. La zona de detrás de la pantalla, que queda protegida del efecto del viento marino es, aproximadamente de una vez y media la altura que tenga la barrera. Las plantas más resistentes Como norma general, es importante no comprar plantas delicadas. Para orientarse, lo mejor es fijarse en las de los vecinos y en las que crecen en los jardines de los alrededores, eligiendo la que mejor se adapte al gusto de cada uno. Lo más seguro es que se trate de palmeras, tamarindos, bellasombras… aunque saber su nombre es bastante difícil, por lo que conviene coger un tallo o grabar su imagen en la memoria para, posteriormente, consultarlo con algún especialista. En cualquier caso, entre los árboles y arbustos más adecuados para estar cerca del mar se encuentran el ciprés, la morera, la palmera, el pino o el palmito. Otras plantas muy resistentes son el aloe, la artensia, todos los cactus, el geranio, el pitus o la yuca, entre otros.
martes, 22 de abril de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
Especial Si, por supuesto. Obviamente, una agua con cloro puede dañarlas. Es por esto, que en los lugares donde el agua recibe altas concentraciones, conviene reposarla durante la noche para que se evaporen.
Por otro lado, cuando el agua es dura, es recomendable usar la de la lluvia o la destilada.
Planta
Después de unas breves vacaciones e inactividad en el Internet vuelvo a retomar el Blog y esto de la identificación de "hierbas". Una pequeña escapada por La Ragua en Sierra Nevada me ha permitido toparme con esta pequeña herbácea de flores pecioladas, sépalos lineares y pétalos acabados en un pequeño mucrón más claro que estos. Esta campanulácea es un endemismo ibérico que se distribuye por Portugal, centro, N. Pen y en Andalucía aparece en los pastizales húmedos de las cumbres de Sierra Nevada.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Jardines Entre las plantas que más curiosidad provocan por su belleza, colorido y las extrañas formas de sus flores, está el fascinante grupo vegetal perteneciente a la familia de la orquídeas. Ninguna otra familia de plantas ha alcanzado tan alto grado de diversisdad y complejidad en la formación de cada una de sus especies, todo dentro de un conjunto armónico, estético y práctico que nos provoca una inmensa admiración por la fuerza creadora y evolutiva de la naturaleza: nos hace también sentir profundo respeto por aquel poder divino cuya inmaginación es infinita cuando se trata de combinar formas, tamaños, colores y fragancias.
Los botánicos especialistas en esta familia no se ponen de acuerdo en cuanto al número de especies que existen en el planeta, pero consideran que este puede estar entre 25 mil y 35 mil. Todos concuerdan sin embargo, en que es la familia que cuenta con el mayor número de especies en el reino vegetal. Al mismo tiempo, está considerada como la familia más evolucionada dentro del reino vegetal.
Las orquídeas estan distribuidas en todo el planeta, desde la Siberia hasta la Tierra del Fuego, con excepción de los polos y lugares con alturas superiores a los 4.500 metros sobre el nivel del mar. Muchas son epífitas (crecen sobre otras plantas) y se las ve creciendo en bosques tropicales húmedos o en bosques secos o semi-desérticos del planeta. Muchas viven adheridas a las rocas de las laderas de montañas y una buena parte son terrestres, habiéndose adaptado a vivir tanto en los desiertos como en las sabanas inundadizas, en campos rupestres o en los valles montañosos.
Se las puede encontrar entre las ruinas arqueológicas de Roma, Tiahuanaco o Samaipata; a la vera de modernas carreteras o en un rincón poco visitado de algún parque urbano; las hay acuáticas y hasta existe una especie que prefiere vivir bajo la tierra y sólo aparece en la superficie cuando llega el momento de floración. Es importante saber que la mayor diversidad y número de especies se encuentran en los subtrópicos montañosos y húmedos de América del Sur.
No obstante la gran variedad de formas, tamaños, colores y hábitats que presentan, las orquídeas se distingen fácilmente de cualquier otra planta. Una flor típica de orquídea presenta tres sépalos,un dorsal y dos laterales y tres pétalos, uno de los cuales se encuentran modificado.Las semillas de las orquídeas son pequeñisas y livianas, fácilmente transportables por la más leve brisa. Pueden ser tan pequeñas que en un gramo de ellas se han contado, al microscopio, más de tres millones de semillas. Con esta profusión de semillas se podría pensar que nuestro planeta debería estar sobrepoblado de orquídeas.
Pero esto no ocurre por dos obstáculos: el primero es la extremada especialización que han desarrollado estas plantas para ser fecundadas, muchas de ellas necesitan recurrir a ingeniosos artificios para lograr una ploinización cruzadas que generalmente ocurre con la yuda de un determinado insecto. El segundo obstáculo deriva del hecho de que las semillas no almacenan los elementos nutritivos necesarios para su crecimiento, por lo que necesitan caer sobre un hongo llamado Mycorriza, que les proprociona el alimento para su desarrollo inicial. Aquéllas que no encuentran el hongo específico al aterrizar luego de haber sido llevadas por el viento, perecen.
Un concepto generalizado que se tiene de las orquídeas es la imagen de un hermoso y caro arreglo de flores grandes, lilas o blancas. Pero por detras de esta estrecha idea encontramos miles de especies que no se asemejan a ese concepto, superándolas, sin embargo, en belleza, colorido y extrañas formas. Géneros como Lepanthes, Pleurothallis, Stelis y Platyteles, entre otros, tienen encantadoras flores en miniatura que miden entre uno y diez milímetros de largo. En contraste, especies como Phragmipedium caudatum, de los Yungas de La Paz y Cochabamba, presentan pétalos alargados en forma de cintas que alcanzan los 75 centímetros de longitud, lo que le da el derecho de ser considerada la orquídea con flores más grandes que se conoce. Algunas orquídeas apenas alcanzan a medir unos pocos milímetros de tamaño y viven mimetizadas entre las grietas de viejos troncos. Otras, en cambio, como la fraganciosa vainilla, tiene los tallos adaptados para trepar por los árboles alcanzando, muchas veces, más de 30 metros de longitud. Algunas especies tiene ingeniosas trampas para atrapar temporalmente a sus polinizadores, como las especies del género Telipogon cuyas flores imitan tan bien la apariencia de ciertas abejas hembras que los machos- no sabemos si por ser tan similares a las auténticas o por aceptar de buena gana el engaño - las 'copulan' como a una hembra veradadera. De cualquier forma, la orquídea ha conseguido lo que buscaba: que le activen sus mecanismos de fecundación.
martes, 11 de febrero de 2014
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